En 2020, después de trabajar varios años en tiendas de buceo, comenzamos a disfrutar del océano filmando videos con GoPros y cámaras, divirtiéndonos con amigos mientras buscábamos los animales marinos de nuestros sueños. Comenzamos a organizar safaris, invitando a nuevos grupos de personas que compartieran nuestro entusiasmo por capturar la foto perfecta. A través de esto, nos enamoramos de Instagram, publicando historias, publicaciones y reels. La forma en que interactuamos con personas de todo el mundo fue mágica y, más allá de mostrar la belleza de México, nos permitió conectarnos y compartir nuestra pasión.